Todo comenzó a mediados de
2014, en la Ciudad de Querétaro, donde Ángel Hernández y yo, tuvimos un
reencuentro entrañable, después de haber sido compañeros de generación como
jóvenes creadores del FONCA, justamente 10 años atrás.
Fuimos a un bar del Centro
Histórico de Querétaro, y ahí se abrió la puerta del TFM para El Ghetto. En ese
momento, no teníamos ni la menor idea, de lo que representa para un colectivo
escénico participar en este maravilloso festival.
A finales de noviembre de
2014, llegamos al mismísimo TFM, en el puerto de Tampico, para realizar
valiosas prácticas en torno al hecho teatral contemporáneo en una sociedad
inestable y vulnerable ante escenarios de crimen y violencia.
Aquella vez, realizamos una
intervención escénica de La habitación y
el tiempo de Botho Strauss, en Haití (antigua fábrica en abandono, ubicada
en la Isleta Pérez); que incluía una inesperada ambulancia, donde nuestra
compañera Elisa Negrete logró realizar a tiempo real, un tatuaje con el
concepto TFM, a un espectador, o más bien, a nuestro querido compañero de
batallas Norzita.
Tuve el privilegio de conocer
y trabajar en Antígona, antigua casa
en abandono, ubicada en aquel entonces, en el corazón del puerto de Tampico;
cuando impartí el taller de teatro contemporáneo La Puerta de Tannhäuser.
A mí, como a toda la familia
TFM, me llena de profunda tristeza, saber que Antígona, un espacio útil para las manifestaciones artísticas, a
favor de la sociedad tamaulipeca, haya sido arrebatado y destruido, por
intereses políticos y económicos.
Con mucha nostalgia,
recuerdo la magia de aquel viejo árbol de Antígona, incrustado entre los tubos
PVC, en esas escaleras que parecían llevar a ningún lado… Ahí se entrelaza la
naturaleza con nuestras ciudades de asfalto… Sin duda, Antígona era una puerta para viajar a otros mundos.
Agustín
Meza/ Director de escena. Compañía El Ghetto.
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